Lima 11 de Abril del 2016
La nueva versión de la tablet más
avanzada, con 9,7 pulgadas, aspira a suplir al PC
Cuando Steve Jobs lanzo el iPad , el último gran
invento de la empresa Apple que él mismo
presentó, tenía en mente dar un cambio brusco al mundo editorial. Además esto
era lo que había hecho con la informática (con el Mac), la música (con el iPod)
y, más recientemente, la telefonía (con el iPhone). Este último deseo está todavía
por cumplir. En la compañía quieren seguir vendiendo la tablet, pero ya no
tanto como un dispositivo de lectura y consumo de contenido, sino como un
dispositivo que promueva la productividad.
iPad
Pro pretende suplantar al ordenador personal. Apple lo dijo tanto en una presentación
hace dos semanas, como en un encuentro posterior para mostrar la tablet de
manera más concreta. En ambas situaciones se cuidaron mucho de decir siempre la
palabra PC, como se refieren al universo Windows, pero nunca al Mac, su sistema
de ordenadores, eterno rival.
Es
decir, se dirigen a un público cansado de las complicaciones que les da el
tener un ordenador casi obsoleto, usando la sencillez de uso como reclamo para
optar por su tablet en lugar de seguir con el formato tradicional de portátil.
Cuando
el año pasado sacaron la versión inicial de 12,9 pulgadas, un tamaño quizá
excesivo por peso y tamaño y no apto para llevarlo siempre consigo, mostraron
parte de su estrategia, hacer que su tablet no solo sirva para el consumo, sino
también para crear. Con 9,7 pulgadas, el tamaño inicial de la tablet, la
propuesta tiene más sentido.
Destaca
por su pantalla, de excelente definición y apoyada por un gran contraste y un
procesador que mueve las aplicaciones sin demora.
El
hecho de incluir las mismas cámaras que los iPhones de alta gama, con 12
megapíxeles la posterior y con 1,2 pero muy luminosa la frontal, marca la
diferencia. Quieren que se tomen fotografías y vídeos, es decir, uso personal.
También que se tomen fotografías de páginas, textos o facturas. Durante la
demostración no solo enseñaron cómo funciona el popular Office, sino también
Scanbot, un programa detector de textos que permite tomar notas sobre el mismo.
Perfecto para enviar y ordenar facturas antes de hacer un siempre farragoso
informe de gastos. La frontal no apunta tanto a la autofoto como a la función
preferida por los abuelos, las videollamadas. En este apartado el iPad brilla,
tanto con la opción nativa de FaceTime como con Skype.
La
pantalla estrena TrueTone, una opción que se gestiona a través de iOS 9.3 y
promete una mejor adaptación del brillo y contraste para ayudar a dormir.
Aunque es más cómodo usarlo en ambientes de luz tenue, resulta muy complicado
afirmar que cumple la promesa de mejorar en la conciliación del sueño.
La
idea encajará a aquellos que quieran unir ocio y trabajo. Pero quizá no sirva
para dejar de lado por completo el ordenador. Para estudiantes puede ser un
gran compañero de viaje. También para profesionales que quieran estar al día
durante el fin de semana o trabajadores en movimiento que necesiten tomar notas
y fotos de alta resolución sin ir demasiado cargados.
Apple nos siempre lanza modelos con
sus propios complementos, casi siempre fundas, ya sean completas o parciales en
llamativos colores. En esta ocasión el diseño va de la mano de la tecnología.
Los mismos añadidos que tiene la versión de 12 pulgadas llegan para la de
nueve. El lápiz, cuyo nombre oficial es Apple Pencil, y el teclado, cambian por
completo el uso y lo dotan de nuevas aplicaciones que hasta ahora no brillaban
en la tableta. El lanzamiento de este modelo, y su supuesta suplencia del PC,
cobra sentido si se usan los complementos.
Cuando se mostró el Apple Pencil , por primera
vez, a los fieles les chocó. Iba directamente contra la filosofía Jobs de no
usar más que el dedo para manejar sus dispositivos táctiles. A favor de esta
innovación hay que decir que es lo más parecido a escribir o pintar
directamente sobre un papel. Detecta la presión, permite apoyar los dedos como
se haría en un folio y simula texturas de manera sorprendente. Lo que sí
resulta extraño es la fórmula para conectar a la tableta: es necesario quitar
el capuchón trasero, donde estaría la goma de borrar en un lapicero normal, e
introducirlo en la clavija inferior de la tableta. A continuación, la pantalla
invita a enlazarlo y comenzar el uso. Este gesto se puede repetir para cargar
la batería del lápiz. Al hacer este gesto por primera vez se siente cierto
temor a romper la clavija del puntero.
Los amantes del diseño sacarán su
jugo a este añadido con aplicaciones como Paper 53, Adobe Capture o SketchBook,
también de la misma factoría de software.
En el caso del teclado sí se nota un
gran avance. Desde la primera generación de iPads varios fabricantes contaban
con teclados externos que servían de funda. Logitech es quien mejor lo ha
explotado. Sin embargo, solían ser casi tan pesados como el aparato inicial y
la batería duraba menos de lo deseable. Apple ha hecho un modelo cuya funda
apenas supera en grosor a las normales. No usa bluetooth para empezar a
funcionar, sino que se adhiere al lateral de la tableta y comienza a funcionar.
No hay batería que necesite cargarse y han incluido los atajos de teclado que
ya se conocen del universo Mac. La sensación esta vez sí es muy cercana a estar
usando un ordenador. La única mejora que tendrían que apuntar para la próxima
generación es hacer que las teclas tengas iluminación para poder usarlo en
aviones o sin necesidad de encender la luz.
Si Apple triunfa, si se consigue que
cale en el mercado y el mundo del software responda con aplicaciones adaptadas
para este formato, sí se cumplirá una de las profecías de Jobs, la muerte del
PC como aparato de uso común. Su visión es que seguirán teniendo su mercado,
pero sería para labores muy concretas. Jobs usó esta analogía: “Los PC van a
ser como los camiones, existirán pero únicamente una pequeña parte de la
población los necesitará".
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